En materia sanitaria la obra del gobierno de Yrigoyen entre 1916 y 1922 ha sido destacada. Podría decirse también que por primera vez el Poder Ejecutivo Nacional ha dedicado especial atención a la salud pública contemplando los grandes problemas que por mucho tiempo todavía plantearían para las autoridades nacionales los complejos aspectos de la salubridad del clima, del suelo y con las modalidades de los habitantes de toda la extensión del territorio.
Pocas cuestiones habían permanecido hasta entonces tan alejadas de la mira de un gobernante. Era tan evidente la desidia gubernativa a este respecto que sorprendía a la opinión cuando de las provincias llegaban los clamores de demanda de ayuda pecuniaria, de consejo científico y de obras de saneamiento, como si hasta entrado el siglo XX se tratara de cuestiones superfluas y susceptibles de postergación constante.
De tal manera se habían arraigado, tanto en los gobiernos como en las cámaras - salvo honrosas excepciones individuales- conceptos anacrónicos o funestos como que en algún debate parlamentario llegó a sostenerse que el gobierno federal no tenía deber constitucional de concurrir a la defensa de la salud en las provincias argentinas por resultar estas autónomas en la gestión de sus propias cuestiones.
En consonancia con ese pensamiento tampoco se ha acogido en el congreso con adecuado interés los proyectos que durante la administración del presidente Yrigoyen se han enviado para dar tratamiento legislativo a cuestiones de salud como en tantos otros aspectos que resultaron bloqueados por la oposición por mero cálculo electoral o simplemente desinterés. Ni siquiera el proyecto de Ley Orgánica del Departamento Nacional de Higiene (dependencia directa del Ministerio del Interior por entonces), logró la atención de la oposición política que mantuvo una mayoría parlamentaria durante el sexenio Yrigoyenista.
Sin embargo el primer mandatario, evidenciando alto concepto de estadista, logró aún demostrar que la obra constructiva empeñada desde 1916 no se limitaba únicamente a la evolución política de la República Argentina, así como se preocupó del saneamiento político del Estado también se ocupó de la salubridad pública nacional. La evolución se demostró en la implantación de todo un nuevo sistema sanitario iniciado por el primer gobierno radical dejando definitivamente trazado en líneas generales el camino para las sucesivas autoridades. Fue así que resultó fundacional la obra del Departamento Nacional de Higiene - precedente del Monisterio de Salud Pública creado en el gobierno del presidente Juan Perón y su ministro Ramon Carrillo- tomando a su cargo la intervención que en modo irrenunciable le cabe al Estado Federal en combatir casos de epidemias, desórdenes climáticos, extendiendo la creación de establecimientos sanitarios que fueron modelo y aún hoy persisten en el cumplimiento de sus específicas misiones. Era especialmente preocupante por aquellos años la propagación del paludismo que fue una verdadera desgracia nacional combatida por la acción pública de la administración en tiempos de Yrigoyen, que aumentó recursos destinados a su erradicación y estudios del mal para evitar su reincidencia. Pero asimismo sin limitarse a la distribución de los medicamentos apropiados sino a mejorar la calidad de vida de los sectores vulnerables de la población expuestos por malnutrición y déficit habitacional, procurando simultáneamente elevar sus posibilidades socioeconómicas.
También actuó con firmeza y eficacia en la erradicación del tifus exantematico verdadero flagelo en las provincias de Jujuy y Catamarca, así como contra la llamada “peste bubónica”. Tampoco se descuidaron enfermedades como la tuberculosis, la viruela, las diversas formas de gripe, actuando según el elevado criterio presidencial no sólo sobre los efectos sino también sobre las causales que las hicieron avanzar. El Instituto Bacteriológico montado de acuerdo con los últimos adelantos científicos comenzó a realizar una intensa labor.
La mortalidad infantil - ciertamente alarmante en los inicios del siglo XX mereció atención con la creación de establecimientos especialmente dedicados a una manutención apropiada de la nutrición de la infancia argentina antes descuidada.
Es ejemplificativo de toda la obra social y sanitaria la vista “La Obra del Gobierno Radical 1916-1922”, primera experiencia del cinematógrafo aplicado a una campaña política preelectoral, fue filmada en 1927 por el italiano Federico Valle, propietario de la Cinematográfica Valle que fue difundida en diversos puntos de la Capital Federal y del interior del país por medio de un camioncito en el que viajaba un mínimo equipo de exhibición antes de la elección nacional del 1 de Abril de 1928 que llevarían a Hipólito Yrigoyen por segunda vez a la Presidencia de la Nación El Archivo General de la Nación conserva en sus registros un ejemplar físico de la misma y el Instituto Nacional Yrigoyeneano avanzó hace un tiempo en la digitalización de una versión que puede consultarse aquí.
Dr. Diego A. Barovero
Presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano